La mayor parte de los expatriados se mudan con su pareja, cuando aceptan un trabajo en otro país. Te ofrecemos una guía para este tipo de relaciones.
En su día, ya comentamos las preocupaciones de los expatriados cuando tienen que marcharse de su país por trabajo, pero no hablamos en profundidad de los cambios en la pareja.
Consecuencias en la relación por la expatriación
Si la pareja decide acompañar al expatriado, los retos comienzan antes incluso de partir. De entrada, tendrá despedirse de amigos y familia, aunque sea de forma temporal, para trasladarse a un lugar donde no cuenta con esos apoyos.
La pareja también verá afectada su carrera profesional: puede que en su nuevo hogar no tenga opción a seguir con su trabajo, o bien que los permisos de empleo obstaculicen esa continuidad. El tercer aspecto negativo es el de la libertad personal, que la pareja verá seriamente restringida. Al hecho de dejar atrás amigos y familia se suma la barrera del idioma local (en caso de no dominarlo), y el cambio radical de escenario, con tradiciones culturales distintas a las que conocía.
Si el expatriado va a trabajar durante mucho tiempo, y su pareja ha decidido no acompañarle, la relación estará sometida a mucha más presión. Puede que su vínculo no se rompa, pero es inevitable que sufra alteraciones.
A estas circunstancias hay que añadir la dificultad de retomar la relación de forma normal, una vez el expatriado vuelva a su país de origen. Aunque se haya mantenido un contacto fluido, si la separación ha sido prolongada ambos miembros de la pareja habrán cambiado, hasta el punto de que casi se hayan vuelto ‘desconocidos’ el uno para el otro.
Antes de acompañar al expatriado
Mudarse al exterior puede ser un obstáculo, pero también un reto. La pareja ha de entender que, junto a todos los cambios en su vida, también le esperan muchas oportunidades de desarrollo y crecimiento personal.
Las parejas necesitan la misma cantidad de apoyo que el expatriado. Antes de partir a su nuevo hogar, es preciso negociar con la empresa un paquete que incluya a ambos, cubriendo las necesidades que, como pareja, van a tener al establecerse en otro país. En este enlace te explicamos qué debes negociar si tu empresa te ofrece trabajar fuera.
Las empresas ofrecen, cada vez más, programas de integración cultural, dirigidos tanto al expatriado como a su pareja: clases de idiomas, información sobre las diferencias culturas o asesoramiento para encontrar un nuevo empleo, entre otros aspectos.
La confianza es la clave
Al instalarse en un nuevo país, la pareja del expatriado va a pasar por los mismos miedos e incertidumbres. En ese entorno desconocido la pareja es quien mejor conoce al expatriado, y viceversa. Es esencial que ambos desahoguen sus dudas y temores, afianzando así la confianza mutua.
Tanto el expatriado como su pareja han de plantearse unas cuestiones: ¿qué esperan conseguir en este nuevo país? ¿Cuáles son las expectativas para ambos? ¿Cómo ve el futuro de la relación en este entorno? Si en todas las respuestas se apuesta firmemente por la pareja, la confianza guiará la relación de forma segura.
Si la pareja decide no acompañar al expatriado, hay que evitar la inquietud por su ausencia. Para cuidar la relación se debe valorar al cónyuge, permitiendo que la aclimatación (tanto del expatriado como de su pareja) fluya de forma natural.
No es preciso mantener un contacto demasiado constante; del mismo modo que, si se confía el uno en el otro, no habrá intranquilidad si dicho contacto se retrasa por cualquier motivo.
A tu lado, cada día.